un múltiple castaño que ennegrece la acera,
con los brazos débiles calzando la playera
sacude su cuerpo y se arranca la cabellera.
No dijo palabras en la tarde nacarada
pensando ver un Argos con su vista cegada
se durmió con hambre, entre las olas y la nada
en una pena que lleva en el alma clavada.
Se acuesta con almohadas de sal y arenas
esperando un Morfeo con canto de sirenas,
que le despoje los pensamientos de cadenas
y lo cubran con cobijas de tierra y azucenas.
Se le trabó el habla y se durmió en el mar desnudo,
su corazón es un reloj que se queda mudo.
Un anhelo, un llanto, un sueño y el grito tozudo
de un instante que nos deja en la garganta un nudo.
Autor Sergio Iván Ramírez Huerta
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