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jueves, 17 de septiembre de 2009

EL TORO DE CASI DOS METROS





Entonces quebró la taza del baño. El depósito aparecía intacto, como si un cirujano hubiera colocado el culo en la parte exacta y... ¡Vaya! Nadie era culpable. Los padres de Mariana tenían el diablo en la cara y nos miraban como se tiene que ver a los borrachos que nos insultan cuando más brutos están. "Yo no fui, pero sé quién pudo hacerlo", dije para mí. Lo mismo pudo atravesar en la mente de cada uno de nosotros mientras nos culpábamos mutuamente y en silencio. "Me lleva la que me trajo, entre todos vamos a tener que pagar ese destrozo y ya no cargo ni para el taxi. Ojalá que nomás nos corran y nos libramos de ésta. Señor que estás en el cielo, no me desampares y que nadie me aviente la piedra de la culpabilidad, porque yo no hice nada", pensé. Empezó a llover, una a una, todas las miradas sobre mí. Luego se fueron para otra persona y así sucesivamente. Con los ojos nos preguntábamos unos a otros quién pudo haber quebrado aquel retrete. Ya no había lugar pa´ ir a mear. Los hombres como sea, podíamos tirar el agua en cualquier neumático o banqueta, pero las mujeres se tendrían que amarrar la fuga. ¡Mierda! Cuando subí ya había un tiradero y pisé, sin querer o sin darme cuenta, unos mojones e hice un embarradero en todos lados. Ni modo que me levantara y dijera: "perdonen, señores padres de Marianita, yo sólo subí y ya estaba todo el desmadre. Nomás de lo que soy culpable fue del embarradero en la sala y la escalera. Lo confieso y con el permiso de ustedes me retiro". Me iba a ver demasiado miserable, ojaldra y gandaya. Todos éramos culpable o nadie lo era. Mariana no paraba de chillar y su papá tenía una cara que manifestaba un gran interés en agarrarnos a chingazos a uno por uno sin importar escolaridad, color de piel, status social, religión, edad o género. La mamá hacía lo propio mirando principalmente a las mujeres. Éramos doce, sin contar a Mariana, los que nos habíamos pasado de fiesteros. Nadie hablaba, no sé si por miedo o para no hacer más duradero aquel momento. Nada que nos corrían. Eran los cinco minutos que más han tardado en mi corta existencia. Con tragos tímidos nos terminamos la cheve que teníamos en la mano cada uno. Ya ni cigarros salieron. La música fue cortada de tajo por el dedo inquisidor de la madre. El padre, mientras recorría a todos con la vista, bufaba como toro dispuesto a matar al torero. Miró a Francisco y éste bajó la mirada. Se pasó con Toni y le dijo "ustedes qué se creen, güercos jodidos y catarros. Deberían tener güevos para arreglar el mierdero que hicieron en el baño. Ahora nadie va a ser el culpable. No valen pa´ pura...". Ahí fue donde lo interrumpí. No me gustó como le estaba gritando a Toni ya que era el más chico de todos y éste quiso hacerle a la llorona. "Mire, señor, primero una disculpa ya que no creo que lo haya echo ni Toni ni Francisco ni Claudia ni nadie de los que estamos aquí". Saqué toda mi gallardía. Me quise hacer el valiente y pa´ luego que se me pone enfrente el señor, como sucede en las películas donde los cabos le gritan a los soldados razos sin que éstos puedan contestar. "Me va a soltar un cachetadón y me va a sacar a voltear la cara. Piernas, corran como gacelas", pensé. El viejón de casi dos metros se me puso cara a cara, bueno, en realidad yo le llegaba apenas al cuello. Escupió hacia su lado derecho y me vio con ganas de masacrarme. "¿Te sientes muy picudo, puberto granoso? Ya ví que tienes los sufientes güevos para defender al mariquita de tu amigo. Ten los mismos para decirme quién fué, sino todos van a dejarme el baño como nuevo y de aquí no se van a ir limpios. ¿Me oyes?" Neta que me quedé sin habla. Nadie quería hablar. Voltié de soslayo para ver si alguien me hacía segunda y de perdida entre dos ó tres me lo quitaban de encima o cuando menos lo hacían calmarse. "Esto va a dejar de ser familiar" le dije con la mirada a Roberto que no sabía que hacer. "Ya estubo, señor, aguante vara. Yo sé quién le desmadró el cagadero. Nomás hágase pa´ allá, porque me pone nervioso", le dije. El padre se me quitó de enfrente y se colocó entre su esposa y la hija. ¿Ahora que iba a decirles? De dónde iba a sacar un culpable. Todos éramos sospechosos. Yo y mi gran bocota. Todos me volteron a ver como diciendo "No seas gacho, no digas que yo fui". Tomé aire. Fui a coger la última caguama de la hielera y le pedí a Esmeralda que me prestara su destapador. Abrí la cerveza y le di un trago de esos que jalan hondo. "Pegadores", pues, pa´ que me entiendan. Jalé aire de nuevo y dije: "La taza del baño la quebró su hija Mariana. Andaba bien peda y se fue a dar un pericazo, pa´ mí que es bien guarra y trae el chango descalabrado por alguien que la mandó a volar. Ella fue la última en subir a mear antes que yo. Me la topé en los escalones y ya venía lloriqueando. Subió a cagar y quebró todo. Ahora nos quiere echar la culpa porque es muy ojete". Todos me querían matar y los padres eran los más deseosos de hacerlo. Mis cuates no podían creer lo que yo acababa de decir y se quedaron con la bocota abierta. La verdad es que no tenia ni una vaga idea de quién pudo haber hecho aquel estrago y sólo por salir bien librado tube que meter entre las patas del caballo a Marianita. La chamaca empezó llorar con todas las ganas del mundo. Los gritos se oían bien machin "Yo no fui papi, te lo juro que yo no fui. Tampoco he tomado. Qué se cree este cretino. Dile algo papi". "P´os qué fregados te crees, inche güerco. Con mi hija no te metas. Te voy a partir toda tu mad...". Se me dejó venir el señor con los puños por delante. Le quise dar un trago más a la caguama pero opté por dejarsela ir con todas las fuerzas que me quedaban. Le di en la cabeza. "Ahora sí te va a cargar", me dijo. Corrí como alma que lleva el diablo. Desde la esquina alcancé a voltear de soslayo. Toni, Claudia, Mario, Francisco y Esmeralda me seguían. Alguien de los que iba conmigo dijo: "corre, Güey, ya lo mandaste a la fregada". No se podía ni levantar aquel torote de casi 2 metros. Lo último que alcance a ver fue su figura desplomandose y un chorrito de sangre que brotaba desde su frente. No sé ni como llegué a mi casa. No pasó ni media hora cuando ya estaban dos patrullas afuera con sus luces encendias. Nomas estuvieron dos minutos y se fueron. Los vi por la ventana. No volví a salir en dos semanas y no me volvieron a invitar, mis dizque cuates, a fiesta alguna. Y mira que yo les hice un parazo para salvarles el pellejo. Ahora que lo recuerdo me siento un héroe sin seguidores. Pero lo bailado nadie me lo quita y de eso hay testigos...




Por Sergio Iván Ramírez Huerta


9 comentarios:

Pastelito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
◄☼PaStElitO☼► dijo...

vaya post señorito! jeje..se me caian las lagrimas por no parpadear!!...te has ganado una lectora!...gracias por haberte pasado por mi blog....y hacerte conocer...ahora puedo leerte....las buenas letras son siempre bien recibidas!
Saludos desde lejitosss!

Venus Del Mar dijo...

HA HA...
LO VI UN TANTO LARGO...
PERO LO ACABE.
AUNQUE NO LE ENTENDI MUCHO,,,
TENDRE QUE REELEERLO...

BUENO...
MUCHAS GRACIAS POR PASAR.
ESTABA YA POR CERRAR EL BLOG DE LAS "DELICIAS"... NADIE LO VISITABA.

PERO YA ME DISTE UNA LUCESITA DE ESPERANZA ^^"

AQUI TIENES YA UN SEGUIDOR MAS.
ESPERO VERTE PRONTO POR MI ESPACIO.
(ME RECOMENDARIAS?.... GRACIAS ^^")

letyk dijo...

Como siempre muy interesante tu relato, caray, lo lei de principio a fin de un solo jalón.

Cosas que pasan en las fiestas no??


saludos

Flor dijo...

Uhy q lindo blog!
Te quiero dar las gracias por haber pasado por mi blog y ser un nuevo seguidor!
Te mando un beso gigante y yo tambien te seguiré muaaak!

Karol_a dijo...

Hola.
Gracias por tu visita a mi blog, gracias a ella he descubierto el tuyo y me ha gustado mucho, me quedo.
Me parece muy interesante y bien narrado todo lo que escribes, me estuve dando una vuelta por aquí. Volveré, vuelve cuando quieras.
Un beso.

Dickinson dijo...

Gracias por el comentario. Aprovecho la ocasión para invitarte a visitar el blog de mi novela: http://opalazon.blogspot.com

Saludos,

Óscar

Janeth dijo...

Hola mi querido Arlequin, quiero agradecer tu visita a mi blog y la verdad es que me perdi por que cambie de plantilla,.... y pues se perdio el enlace que tenia con tu hermoso blog, tus letras me encantaaaaaan, me gusto mucho la historia de la fiesta y el infaltable quebradero de algo, me hiciste recuerdo a las farras de mi juventud jeje, siempre habia algo roto que se quedaba en la casa del pobre que la prestaba,..... estare visitandote seguido ya que ahora tengo el enlace.
Besitos miles
Janeth

Magonista68 dijo...

Muy buena historia! Me gustó mucho. Hiciste que saltara de impresion cuando narras el punto en que das el botellazo. Como si lo hubiera visto en el cine y a todo color, como si hubiera estado en el lugar de los hechos, en el momento exacto en el que sucedio. Gracias por pasarte por mi blog. Te segui el rastro y llegue hasta aqui. Parece ser -segun percibo,en las palabras de los demas comentaristas- que es asi como vas pescando seguidores en tu red. Me agrada. Pondre un enlace a tu blog en el mio.
Saludos desde mi realidad.