Seguidores, bienvenidos. Preparados que la función va a comenzar...

martes, 4 de mayo de 2010

TECELOTL



Primero fui a comprar las croquetas y unas latas de comida para el perro. La carne molida sin guisar o los caldos de pollo no le agradan, y menos en invierno. Siempre he buscado mantenerlo maciso y fuerte. Caga como vaca, sí, pero qué le vamos a hacer. Lo principal es que no se estriña o haga blando. "Cuídelo como si fuera una persona más", me dijo mi tío cuando lo dejó, luego se trepó a la camioneta y no voltió siquiera por el retrovisor para verlo por última vez. Digo por última vez, porque enseguidita se fue a estampar con una pipa cargada de aguas negras. Qué fea, apestilente, sucia y enmierdada muerte. En fin.
Vacié las croquetas en el trasto. El perro me miró como quien pide algo más. "Cómete eso, luego te doy otra ración", le dije, como si fuera a entender español. Enseguida empezó a ladrar, pero no era un sonido normal. No era el común y corriente "guau-guau-guau", sino algo más elaborado y con extraña variante fonética. "cuanacuayotl-cuanacuayotl", logré percibir. Me quedé pasmado. Mi perro me estaba hablando en otra lengua o yo estaba escuchando cosas de más. "Trágate eso. Ya me estoy volviendo loco". Sus ojos fueron a parar de nuevo en los míos como si me hubiera entendido a la perfección. "Cahua-cahua-cahua", salieron los siguientes "ladridos", por llamarlos de una manera, y siguió su perorrata "choquizcuicatl-callotl-nacatl". No había duda. Eran palabras. Se levantó en las patas traseras, se colocó a mi altura y peló los colmillos. "chachamecac-nahuatl", vociferó y en seguida volvió a su altura natural.
No sé por qué pero todas sus "palabras" me estaban haciendo eco en los oidos. Aventé cuanto traía en las manos y corrí hacia mi casa como si hubiera visto u oido al mismo diablo en persona. ¿Qué ha pasado? A quién le podré pedir ayuda. "Oiga, mi perro habla una lengua extraña, parece ser nahuatl. Ayúdeme por favor", pudiera comentar y, con la velocidad del rayo me meten a la carcel o al manicomio. "Papá, mamá, nuestro perro es en realidad un indio que viajó en el tiempo y aún conserva aspectos genuinos como la lengua que le heredaron los antiguos pobladores mexicas". "¿Enserio, m´hijo?, qué buena onda´. Qué demonios te estás metiendo, pues ya te has salido de tus cabales", parece que ya los oigo.
Quise salir de nuevo para encararme con el canino, pero las piernas no me respondían, quizás detenidas por el miedo a sus "palabras" o a sus ojos o a su aspecto o a todo junto. ¿Y si me quiere comunicar algo de suma importancia?, o quizás me esté volviendo loco de remate. No sé. Tal vez sea la prueva feasciente de la reencarnación. A lo mejor yo tengo el don de entender a los animales. Tal vez las croquetas traían una sustancia que permite hablar a los perros.
De pronto aquella extraña voz canina se empezó a acercar "Chahuac-chahuac-chahuac". Mis ojos buscaban el emisor de aquellos sonidos y mi mente dibujaba a un perro erguido frente a mi. "Chantlacahuan-cahua-nahuatl-chantlacahuan", no cesaban aquellas difusas palabras. No importaba ya lo que significaran, pues sentía que mis piernas comenzaban a flaquear. De pronto sentí un golpe duro en la nuca. "Chahuac-nahuatl-callotl". Sentí helada mi entrepierna y una mordida en la misma. Colmillos aferrandose a mi carne y las palabras que no cesaban. Luego ya no sentí nada y los "ladridos" se fueron lejos poco a poco como si hubieran partido hacia el pasado en largo viaje.



Por Sergio Iván Ramírez Huerta